Mi padre había empezado a no gustarme. Siempre estaba furioso por algo. Allá a donde fuéramos, siempre se metía en discusiones con alguien. Pero a la mayoría de la gente no parecía asustarla. A menudo simplemente se le quedaban mirando con calma, y él se ponía más furioso. Si comíamos fuera, lo cual ocurría raramente, siempre le encontraba algún defecto a la comida y a veces se negaba a pagar.
—¡Hay una caca de mosca en la nata! ¿Qué clase de lugar infecto es éste?
—Lo siento, señor, no necesita pagar. Sólo váyase.
—¡Me voy, claro que sí! ¡Pero volveré! ¡Prenderé fuego a este maldito sitio!
Una vez estábamos en una droguería y mi madre y yo estábamos en una esquina mientras mi padre le gritaba al empleado en la otra. Otro empleado le dijo a mi madre:
—¿Quién será ese tipo tan horrible? Cada vez que viene hay follón.
—Es mi marido —le dijo mi madre.
5. Extracto. La senda del Perdedor. Charles Bukowski.
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