Derretidos, los crujidos de luz bajo los árboles muertos. / En agua, las mil luces de agua que ocultaban su nombre / derretida, la sal pura del invierno, secas quedan mis manos. / Escurro entre las casas la suave estopa del aire / y el cielo es un jardín botánico que huele a vegetal renacido. / En las ventanas de grandes salas desiertas / los espectros empolvados ven derramarse en las calles la lenta pez negra / derretidas, las blancas agujas de alegría en mi corazón / mi corazón huele a pescado. / Primavera venenosa que comienza / no me hagas daño / tanto se afanó mi corazón / se asqueó ahora de primaveras. / Primavera que en mi corazón comienza / ¡ojalá ardas como una antorcha! / Y que la tórrida piedra del verano / roce y seque las hierbas cimbreantes. / Soplo encendido me deslicé sobre la piedra / y los gérmenes ardían, abrasados por el viento / soplo helado sobre la nieve / me deslicé duro y transparente / y el mundo era mármol / yo era el viento / mas está de vuelta el exilio de la primavera.
Jean-Paul Sartre
Del 25 de Febrero de 1940. A Simone de Beauvoir.
Cartas al castor y a algunos otros.
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