Tenía 16 años cuando mi padre se murió. Se fue sin más una mañana del 23 de noviembre luego de dejarme en la escuela como cada día. Dijeron que había muerto de forma instantánea por lo que no había sufrido, pero yo no me lo creí jamás. Porque no podía creer que su rostro desfigurado por el impacto del choque no le provocasen siquiera la sensación de pánico de que iba a morirse. No era concebible.
No le vi el rostro desfigurado, no me permitieron hacerlo así que su ultimo recuerdo debería de haber sido el de esa mañana en cuando me beso la mejilla y me dijo que me amaba.
"Hei, haz que Phetersson se cagué en sus pantalones de la emoción" había dicho al momento en que salí del coche. Yo solo había entornado los ojos ante su tan característico ánimo "Mucha mierda, Eir" finalizó con la voz elevada por sobre la ventanilla mientras que yo salía de espaldas con el bolso al hombro y elevaba mi mano con el pulgar alzado. La noticia me llegó antes de que pudiera presentar mi composición, la primera de verdad. Dijeron que tan sólo me había desmayado y que cuarenta minutos después, desperté.
No recuerdo haber llorado hasta el día en que hablé con Geir sobre él, aunque técnicamente él me obligó a contárselo y la verdad, es que he de suponer que él simplemente ya lo sabía para aquel entonces.
Yo podía soportar la jodida muerte de mi padre, podía soportar odiar a mamá y podía soportar que mi familia creyese que era una cría que desperdiciaba su vida. Pero no era tan fuerte, no fui capaz de soportar que Geir me mintiera, ni mucho menos pude soportar no saber todo sobre él como él lo sabía de mi. Me hacía sentir vulnerable, débil y yo, yo no quería jamás volver a ser débil frente a alguien. Por eso, esa noche luego de que hiciéramos el amor y durmiera abrazado a mi, me solté de su agarre a primera hora de la mañana y me marche; me marche lejos de él.
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