Un día Antonela comprendió que no todos los sentimientos tienen explicación; no al menos una explicación razonable; porque por ejemplo, ella jamás logró entender, incluso hoy, el hecho de no congeniar demasiado con su madre y un día el cual ella no recuerda ni mucho menos yo, dejó de intentar comprenderlo. Luego, sólo hacía falta que le dejase de importar.
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