El fin de semana fue caótico, en realidad lo fue la madrugada del domingo mientras yo seguía bebiendo cerveza y fumaba como desquiciada mientras me echaba encima la opinión de mis padres y una mujer que no muy bien me cae, sobre él, sobre quien por muchos años fue mi héroe sobre quien por mucho tiempo fue mi amigo, sobre quien por mucho tiempo era algo así como un alma gemela, sobre quien en días como estos se siente igual o peor que yo respecto de la vida.
Es por eso que odio los malditos lazos emocionales, porque te condicionan, porque te hacen querer defender a alguien, porque te hacen decir cosas demás, cosas que al final, sólo te provocan dolor.
Porque aunque lo sabes, no quieres reconocer que a quienes quieres actúan mal. Porque me hierve la mierda cuando los demás dicen cosas de las que no podrían jamás en la vida saber por no comprender que no están metidos en la cabeza de los demás.
Me estoy alejando de mis amigos, no sé por qué razón, entiéndase ese alejamiento como el que se da de forma espontanea. No hay temas de conversación, sólo silencio incomodo, palabras banales y aburrimiento. La soledad llama cada día más a ser más cómoda y atractiva y sin embargo, ya no me convence como antes.
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