27 de febrero de 2008

Idealizando... Día cualquiera

Comienzan aquellas lluvias, tan suaves, tan frías, anunciando tu llegada y junto a ti esa nostalgia que se apodera inconscientemente de mi alma, la cual me da la oportunidad de llorar y guardarme todo ese aire nostálgico que te pide a gritos que te desahogues.

De pronto sientes unas gotas correr tu cara y piensas que es la lluvia que ha comenzado su discurso el cual parece eterno e increíblemente te das cuenta que todo el tiempo has llevado el paraguas sobre ti y no es la lluvia, son tus lágrimas...

Camino pensando en lo triste de la vida, lo injusto, pienso en la marginación, pienso en la tristeza, el sufrimiento, la desdicha, pienso en mi, mi presente, mi futuro. La lluvia se ha detenido, me parece ver a un hombre que se está refugiado en lo que parece ser su casa, aquella banca en la plaza con nada más que un trozo de cartón, soportando la mierda de los perros que pasan a su alrededor, el pasto húmedo, y pienso que esa brisa tan cálida para mi es tan fría para él. Reconozco su rostro lleno de fe, él vive con más fe que nunca, veo como la esperanza se ha alejado completamente de su vida pero su rostro está lleno de ella, se ve feliz, al menos mas que yo y entonces pienso ¿Es tan cruel mi vida como la veo a diario? Soy ser humano, por ello es que no reacciono hasta ver la desgracia ajena y volver a amar mi vida, hasta olvidarme de las desgracias ajenas y creer nuevamente que no soy nadie.

En realidad no soy nadie, nadie es nadie, a veces creo eso, a veces creo lo contario. Intento que ello no ocurra, pero hoy es uno de esos días en que todo es confuso. Comienzan aquellas lluvias, y mi corazón late fuerte pues quiere llorar. Es una costumbre que se inserta en mi cuerpo. Llorar sin motivo, reír sin razón. Pocas veces río, pues no encuentro la solución... ni el problema.

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