21 de noviembre de 2010

Reflexiones del autor

No muy a menudo se reciben elogios reconfortantes, al menos no en este caso. Muestras una cosa, esperando que te den una buena crítica y más en el fondo que te digan que eres un genio de las letras; claro muy en el fondo ¿Y qué recibes? Un simple elogio que te deja en las mismas, pues sabes que no es más que una frase para decirte que no les interesa en lo más mínimo tu trabajo, sea de buena o mala forma.

Hace ya bastantes horas un comentario fue suficiente para gatillar el peso de muchos otros comentarios y que lograron una reflexión sobre el tema… ¿Es de verdad bueno lo que este autor hace? Al parecer así lo es, al menos un poco.

Lo cierto es que a algunos les agrada lo que leen aquí, al menos eso deduzco. Una palabra hizo que todos se fuera a las nubes por un instante “adictivo”, simplemente no pudo haber sido mejor y entonces ella miró a su alrededor y pensó ¿Porqué quienes se supone están a su lado, quienes se jactan de conocerle no pueden pensar que no son sólo palabras de normales de una mente atrofiada, una perdida de tiempo, estupideces? Porque sinceramente son más, son palabras normales de una mente en busca de algo explosivo, de una mente soñadora.

El autor escribe para sí, más allá como cualquiera, escribe para otros. Aunque no lo reconozca a la primera, aunque aun permanezca en la penumbra de las teclas del computador o en la tinta derramada en las hojas. Aunque siga esperando al publico tras el telón.

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