29 de agosto de 2012

Estadísticas


En el último año me he enamorado cinco veces. Dos de ellas han sido descartadas por razones obvias de incompatibilidad emocional, otra fue descartada por una razón de peso y de gran peso. Una, pudo haber conseguido iniciar algo más pero sólo por un momento, aunque he de admitir que de vez en cuando su imagen vuelve a mis pensamientos. Y la ultima, la ultima me ha roto el corazón antes de lo que yo pudiese esperar.

28 de agosto de 2012

Adiós orgullo, Hasta pronto.

A veces, se me ha dado la obligación, extraña de por sí, de dejar registro de todos mis avances sea naturales de la vida en sí o de hechos importantes que hayan acontecido en mi vida. Hace tiempo que tengo esa manía, pero no digamos que es muy exacta ni reglada tampoco, porque varias cosas han pasado desapercibidas. ¡Menos mal!

La verdad, lo que quiero aquí plasmar no lo voy a hacer con completa libertad de esas que yo quisiera. No, ni siquiera me atrevería a hacerlo a papel. Indudablemente alguien lo leería. El punto es que necesito transformarlo en algo ininteligible, y creo yo que eso, se me da bastante bien. 

Fue hace dos semana. Dos semanas exactas.

El problema de todo este cuestionamiento no es otro sino el cual versa sobre mi orgullo, el actual ahora esta por los suelos. Todo quedo en una situación en la que yo no podría decir nada y tu podrías decir mucho, porque sí, señoras y señores, esta autora estaba más que consciente de lo que estaba haciendo aquella tarde, aquella noche, esta mediocre escritora estaba consciente de los hechos que luego llamaría errores y estaba mucho más consciente de la clase de sujeto que irrumpía en su vida. Siento como si me hubiesen robado el alma y cada día en que no te recuerdo y de pronto apareces me siento humillada. 

Me digo a mi misma y a todo el mundo que no estoy mal. que es mi orgullo el pasado a llevar y que sentía que viéndote iba a recuperarlo. Qué equivocada estaba. Estoy mal, me hace mal tu indiferencia pero no me he equivocado respecto de mi orgullo, estoy mal por mi orgullo, porque lo pisoteaste y tantas veces como quisiste pisotearlo. Espero como tonta que me des una señal, o mas bien una palabra directa, un simple saludo o lo que sea, solo para convencerme de que no me aborreces o de que no te provoco vergüenza o de que no soy una completa ridícula. Me molesta de sobremanera que me ignores, creo que no lo merezco, porque debería ser yo quien estuviese ocupando tu lugar.

Ya lo he dicho. No puedo hacer nada al respecto así que ni ahí con calentarme la cabeza. Pasado pisado. Tu te lo pierdes, aunque a estas alturas de la vida, ya perdiste hace rato. Tu actitud sólo me dice que eres una persona demasiada inmadura que no sabe separar las cosas, cobarde que se esconde, cobarde que se hace el weón. Fuiste más imbécil que yo porque te sentiste posiblemente intimidado o con la necesidad de dar alguna explicación, cuando yo no pedí nada. Hombre habrías sido si aun así una vaga palabra hubieses enunciado. Tampoco es que esperara mucho de ti en realidad.

¿Cuantas veces he escrito sobre el amor y el desamor? mi vida entera siempre ha girado en virtud de las historias de mierda que se recrean en la mente humana. Mi vida entera he escrito sobre historias que casi nunca tienen final. Muchas veces me lo dijeron, que me involucraba mucho. Incluso una vez me dijeron que pensaba demasiado las cosas y tienen razón, he de dejar de pensar o me volveré loca. He de dejar de pensar en ti y el problema es que no quiero, no quiero dejar de pensar en ti porque aun quizás guardo la esperanza de que nos saludemos como si nada. Un simple saludo para mi sería el cierre perfecto, quizás no, porque mi orgullo esta por encima, y porque se supone que necesito ganarte o comprobar que puedo mirarte a la cara de frente sin romperme, creo que necesito saber que no me vez como un chiste, que podemos ser maduros, que podemos dar vuelta la pagina porque no espero disculpas ni nada, seria demasiado, necesito saber que tu no condicionas mi vida. 

Te odio. de verdad que si. 


25 de agosto de 2012

Samuel & Yo (y Jerry)

No sé como terminé aquí y así, con a penas 25 años y habiendo tenido todo lo que en alguna oportunidad cualquier persona cuerda pudiese haber querido tener. Yo nunca lo quise. 

Todo comenzó cuando conocí a Samuel y a su hermano Jerry, un dúo completamente heterogéneo y sin igual. Ambos eran huérfanos de padre y madre hacía poco más de medio año. La tutela judicial de ambos recaía en el abuelo paterno de estos, un viejo chiflado y de buen corazón, que decidió que lo mejor que en ese entonces podría brindarle a sus únicos nietos era una buena educación. Así fue como malgastó, según Samuel, todos sus ahorros en esa costosa institución educacional, un internado para hombres en el que yo llevaba reclutado al menos hacía cuatro años. 

Samuel era un chico poco talentoso y de una inteligencia superficial, no así su hermano, quien pese a su notoria devoción religiosa comenzaba a presenciar los primeros signos de cuestionamiento ante sus creencias. Jerry era dos años menor que Samuel y yo, y en muchas ocasiones aparentaba ser bastante mayor que ambos, primeramente por nuestra notoria inmadurez. Yo no tomaba mucho en cuenta a Jerry porque él no era para nada gracioso, era como mi yo anterior a Samuel; lo bastante educado y tranquilo para no meterse en problemas o lo que era mejor, para sacarnos de ellos a nosotros. Jerry era un buen chico y pienso que si tuviera una idea convencional de diversión me hubiera lamentado por él. En todo caso, él siempre fue un genio, y lo sigue siendo. ¡Un maldito genio, con la suerte atada a los cojones! 

Hasta el día que Samuel entró en mi cuarto, con una maleta gastada, y una mueca en el rostro, todo lo de afuera había estado en completo desconocimiento en mi mente. Recuerdo que desde pequeño, me habían instruido poco menos que como a un militar y hubo una extraña razón del porqué Samuel sin antes proponérselo ya tenía toda mi atención centrada en él. Bastaron dos escasos minutos para que él se convirtiera en mi nuevo y único mejor amigo. 

—Hola —le dije con cordialidad, como hubiera hecho con cualquier otra persona que hubiera entrado en mi cuarto, cualquier otro me hubiera respondido, excepto él. Dejó su maleta debajo del catre de la cama, y se hecho en ella cerrando los ojos, pretendiendo tomar una siesta, entonces encendió un cigarrillo, como si yo no estuviese allí para decirle que iba contra las reglas fumar, pero antes de que pudiera advertirle, me sorprendió él primero. 

—Ya sé que es ilegal, me lo han dicho en la dirección. 
—Entonces no crees que no deberías hacerlo. 
—Las reglas, están para romperlas, si no, que fin tendrían. 
— ¡Pues cumplirlas! 
—Eso es para los idiotas sin cojones. 
—Es el argumento más inadecuado que podría haber escuchado. 
—Y tú eres un fastidioso sabelotodo o ¿no? Dime, ¿Cómo te llamas? 
—Freddy 
—Como Mercury, genial, yo hubiese deseado llamarme James, como Jimmy Page de Led Zeppelín, pero lamentablemente mis padres decidieron llamarme Samuel, un nombre hebreo que significa que Dios escucha, ¡tonterías!, como si Dios existiera ¿Tú crees en Dios Freddy? 
—Bueno, mis padres son católicos y me bautizaron al nacer… 
— ¡Te estoy preguntando sobre ti! No sobre tus padres, ni siquiera los conozco. 
—Bueno, nunca me he cuestionado la existencia de Dios 
—Pues no existe amigo, la realidad es dura de asumir, pero ya saldrás adelante. 

No es que sus palabras llegaran a convencerme, pues no tenían fundamento alguno, en realidad Samuel jamás tenía fundamento para algo. Pero era un espécimen que te hacía reír hasta el llanto, era bizarro y poco a poco yo me convertí en un ser tan desagradable como él.

23 de agosto de 2012

Se llama, (me llamo) Sebastián

Ya ni me acuerdo cómo diantres le encontré. O sea, lo escuche por youtube claro, luego me fui a su página y empecé a psicopatearlo por las redes sociales, o sea ni tanto en realidad, porque sólo tengo facebook y este solitario blogger. El punto, es que me cautivo.

El muchacho este es Sebastián Sotomayor, un loquito que en su página web tiene una biografía bien chora que nos relata cómo es que termino haciendo música. Tiene dos discos a la fecha que en algún momento se podían descargar pero ya no, así que tampoco es que haya escuchado gran repertorio, pero lo que hay es bastante bueno diría yo. 




En su ultimo disco, titulado creativamente como "Adiós Vesícula mía" (El primero se llama salvador) trata temas súper amplios de la actualidad; las letras hablan, por ejemplo, del matrimonio homosexual, el suicidio colectivo respecto al modelo económico que nos corroe y sobre los vegetarianos, la intervención de los cuerpos y un sin fin de cosas que podrían considerarse como tabú.





Toda esta palabrería el seba la relata de una manera muy entretenida en sus canciones, pero al mismo tiempo con la seriedad necesaria y que provoca al final del día una sensación que es difícil de explicar, porque si me lo preguntan, no sabría como describir la música de este tipo; sólo me quedo con esos tonos que suben, bajan y vuelven a subir, con su forma de cantar que no es la mejor pero que de repente te habla entremedio de la canción manteniendo el ritmo, con harta intervención del teclado y de cuerdas. El Seba no es el típico cantautor que tú escuchas y piensas que será grande, hasta él mismo lo pronuncia así en facebook e imagino en sitio en que tenga oportunidad, como leseando y no tan leseando, no sé; el Seba es el loco que vas a escuchar, te enamorarás por cinco segundos y luego olvidaras porque no es el que va a ir a sonar en la radios. Es como el típico cantautor de grupos selectos con un publico fiel que de seguro le sigue desde los inicios. La música del Seba Sotomayor es la que tu quisieras que todo el mundo conociera, pero que tus amigos no escucharan más allá de lo que tu les muestres. Yo espero que no pase aunque mis amigos tampoco lo van a escuchar, pero esperemos que este cabro nos siga deleitando con su no tan convencional forma de baladismo social y para nada romántico ni cursi, como se podría pensar a primera vista.


21 de agosto de 2012

Y mientras tanto

Decenas de millones de veces se ha escrito de amor y desamor, de pasiones y traiciones; yo creo que lo he hecho unas cuantas más. Y cuando miro hacia atrás por el infinito y obscuro túnel de historias que me he plasmado me da risa, tristeza, me da rencor e impotencia, rabia, alegría. Me da miedo.

Miedo de que jamás esa historia real llegue. Miedo de que estos recuerdos reales sigan multiplicándose en varios similares más y sólo eso.

Porque no creo haberme enamorado nunca.