Cuando
mi padre cayó a prisión, me prometí a mi mismo que no permitiría que ese hecho
circunstanciara la vida de mi madre y de mi hermano, me hice sentir a mi mismo
que no le odiaría por mucho que fuera el daño que nos había hecho durante todos
esos años, me dije a mi mismo que mantendría a mi familia como era de ser. Me
dije muchas cosas, de las cuales en este momento no sé si conseguí o no cumplir.
Mi
crianza fue en una casa normal y con una familia aparentemente normal, aunque
la realidad fuese completamente diferente; durante toda mi niñez crecí
escuchando las discusiones de mis padres y siendo testigo directo del maltrato
que sufría mi madre, ella siempre fue lo suficientemente cobarde como para
hacer algo al respecto. Pienso que en esos momentos de terror, que fueron
aumentando paulatinamente con los años, yo debí haber hecho algo, en vez de
hacerme el sordo y ciego y esperar a que años después la tortura para mi
familia acabase. Pude haberles ahorrado mucho sufrimiento y de verdad espero
que ella y mi hermano puedan perdonarme por no cumplirles, por no haberles dado
la vida que les prometí.
Me
pregunto ¿cuánto tiempo más tendré para
seguir atormentándome con estas cosas? Quisiera poder observar lo que está
ocurriendo a mi alrededor, pero mis ojos por alguna extraña razón ya no se
abren; no es cierto, no es una extraña razón, la verdad es que en estos
momentos estoy muriendo, por eso es que no veo más que la luz cegadora. Por eso
es que no veo ni a mi madre, ni a mi hermano… Ni a ella. Sé que ninguno de los
tres ha de estar aquí en este lugar físico, ninguno sabrá lo que ocurrió y
ninguno sabrá que es lo que siento. Eso es lo más doloroso de todo, no la
caída, no el golpe, no la sangre derramada por el suelo. Sólo duele saber que
ya no los volveré a ver.
No
siento,
No
escucho.
La
luz cegadora me abandona y todo se torna negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario