A eso de las cinco de la tarde del 10 de Agosto, es decir, ayer, he recibido un martillazo en la nariz; sí, un martillazo. Sin dolo ni intencionalidad alguna de parte del agresor más allá que la correspondiente negligencia.
Diagnostico: Un corte vertical por toda la nariz sin afectar el hueso salvándome así de una fractura. Una infinidad de sangre brotando por mi cara, nariz y boca. Demasiada expectación y susto de que algo peor había ocurrido. Cerca de tres horas en el servicio de urgencias.
Resultado de la lesión: Dos puntos internos musculares y seis de piel. Un horrible parche gigante que posteriormente ha sido cambiado por uno más pequeño.
Consecuencias del acto: Una horrible cicatriz más a mi cuerpo, cuestionamientos sobre lo mierda que se torna mi vida en muchas ocasiones. Un sin fin de risas. Incredulidad. Aumento del nivel de valor en mi persona para desplazarme como si nada en la vía publica con un parche en la nariz.
Escribí algo desbordante sobre la ira que me consumió en un instante sobre todo esto, claro, dejada por la rabia se escriben muchas cosas, se acude mucho a la auto compasión a pesar de no estar a favor de la misma.
Pero es que, aun lo pienso, algo realmente está en mi contra.
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