Siento miles de palabras fluir por mi cabeza, navegando sin poder hallar tierra firme. Recordé que ya no veía a esos hombrecitos manejando mi cerebro ni mis acciones motoras (Ellos por cierto vestían de blanco y usaban cascos de llamativos colores acorde a la función que realizaban), entonces, ya no los vería en mi cabeza, ya no era tan fácil, nada lo era. Los dejé de percibir de una forma tan abrupta que ya ni recuerdo.
¡Y de pronto! ellos me saludan desde el informe a medio terminar con un vaivén en sus manos; en realidad se despedían en un último, hermoso y melancólico recuerdo. Espero que a Jorgito no le ocurra lo mismo que a mí, cuando cumpla quince años.
1 comentario:
Ese es el que enviaste al 100 palabras?
Podría pulirse mucho más, pero me gusta.
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